Proyecto MEXILAND

Cada vez que viajé fuera de México quería llevármelo conmigo y regalarle a quienes conocía en el camino un pedacito de la riqueza cultural de este gran lugar que a muchos, nacionales y extranjeros, nos enamora.

Pienso en mi país y a mi mente vienen infinitas texturas, sabores, formas, sonidos y sobre todo, colores. Colores en los bordados típicos, en las calaveritas de azúcar, en los maravillosos alebrijes, en las floridas trajineras de Xochimilco, en las canicas, los trompos y el balero, en las muñecas de trapo que hacen a mano y venden nuestras mujeres indígenas, colores en las piñatas, en el papel picado y en otros tantos elementos que nos caracterizan y representan como mexicanos.

Así es como surge MEXILAND, después de un largo proceso y desde el deseo de llevar nuestro colorido a otros lugares del mundo. ¿Cómo?, a través de postales, únicas e irrepetibles, porque al elegir una postal y colorearla, no habrá otra igual en todo el mundo.
Esta primera edición está integrada por 20 postales para colorear, las cuales están a la espera de que seas tú quien las llene de color y las mande a viajar a otros rincones del mundo.

Desprende, colorea, envía, y no te olvides de tomar foto de tu postal y etiquetarme en Instagram (@crisjuarex) junto con el hashtag #mexiland 🙂

Para adquirir tu set de postales mándame un DM en Instagram 😀

Inventario de viaje

Viajé sola durante mucho tiempo, 
Viajé buscando.mé y buscando.té
Viajé con miedo, y viajé valiente
Viajé sin plata, y forrada en verdes
Viajé para olvidar y también para recordar
Viajé para no volver, pero siempre volví
Viajé, me fui, me dejé sorprender una y otra vez
Viajé a lugares donde nadie me esperaba y donde hoy hay corazones que esperan por mí 
Sembré y coseché
Primavera, verano, otoño, mil inviernos, en cualquier estación se puede ser feliz
Tiré piedras en ríos, en lagos, en la mar
Subí y bajé montañas, vi el sol ponerse y caer
Caminé sin rumbo, y con una dirección en la mano
Viajé en barcos, aviones, autobuses, subte, trenes, bicicletas y hasta en el auto de algún extraño
Me aventuré, confié, sin importar cuán frágil me sentía y cuán vulnerable era.

No más viajes en soledad, it´s over
La vida es buena.

Nelo y Tina

Nelo y Tina

Tengo dos niños en casa, Nelo y Tina.

Nelo
Nelo es mayor que Tina; su pasatiempo favorito es leer sobre Historia, principalmente de México, también le gusta regar las plantas del pequeño patio de casa, asomarse a la ventana a ver a la gente pasar pero sobre todas las cosas le gusta conversar. A veces cuando come se tira la sopa en la ropa, y a veces, he de confesar que me enfado, pero sólo por un momento, porque Nelo tiene la extraordinaria capacidad de hacer que se me pase el enojo de manera casi mágica. El lunes pasado me asusté mucho, porque sin razón aparente perdió la fuerza de sus piernas y ya no pudo caminar, mezcló en nuestra conversación cosas que había soñado y también se hizo dos veces pipí sin poder llegar al baño, una en la mañana (al despertar ya estaba mojado) y la otra cuando lo llevé al baño después de comer, por cierto que no quería que le cambiara el pañal, pero cuando le dije que lo iba a llevar al doctor me dijo “Entonces sí me cambio”, así que lo cambié y lo llevé al doctor. Afortunadamente el medicamento y la empatía que entre él y el médico hay, hicieron que el martes recuperara la fuerza de sus piernas y que todo volviera digamos “a la normalidad”.

Tina 
A Tinita, como suele llamarla Nelo, le gusta jugar al trompo, hacer figuras de papel, pintar piedras, bordar, dibujar, dormir hasta tarde, levantarse temprano, y mucho más, siempre dice que el día debería tener 48 horas, “8 para dormir y 40 para trabajar”, tengo a una chica hiperactiva en casa, pero Tina también es un poquito ¿cómo decirlo?… caprichosa, supongo que es un tema de la edad, se enfada porque le sirvo verduras en su plato, porque la llamo para comer o cenar (“la interrumpo” dice), se enfada porque le digo que coma menos grasa, porque no gusta de los chayotes, porque no cocino como ella quiere, porque no le lavo la ropa a mano, y por muchas cosas más; sin embargo Tina tiene un corazón muy grande y en ocasiones suele decirme que me quiere y eso es tan grande para mí… El martes pasado se levantó en la madrugada a tomar té, porque sentía sed, prendió fuego, tomo una cucharita, su frasco de miel, su taza y luego se desmayó. El sonido que escuché fue inexplicable, fuerte, seco, hueco, escalofriante… Se golpeó la cabeza. Hubo que llevarla al hospital, signos vitales, glucosa, electrocardiograma, radiografías, al final regresamos juntas a casa.

Hoy miércoles, todo vuelve a esa “normalidad” de la que hablaba, Nelo camina de nuevo y por hoy puede ir al baño solo, aunque en la madrugada es cuando hay que estar más vigilantes (con ambos), en el día durmió un cachito y vio la tele otro, luego mientras yo cocinaba, me hizo compañía desde el sillón leyendo Proceso, su revista de estos días (porque la política también es parte de la Historia); Tina se enojó porque la pierna adobada de pavo que compramos caducó y ya no pudo comerla y en vez de eso tuvo que comer pechuga asada de pollo, pasta con chayote y rajas con crema.

Y bueno, así mis días, entre ropa sucia, desvelos, medicamentos, médicos, hospitales, sobresaltos, enfados, pero también mucha, mucha alegría y satisfacciones.

¡Ah! casi me olvido, las edades de mis niños: Nelo hace un mes cumplió ochenta y ocho y Tina tiene tan sólo setenta y nueve. Son mis padres.