Nelo y Tina
Tengo dos niños en casa, Nelo y Tina.
Nelo
Nelo es mayor que Tina; su pasatiempo favorito es leer sobre Historia, principalmente de México, también le gusta regar las plantas del pequeño patio de casa, asomarse a la ventana a ver a la gente pasar pero sobre todas las cosas le gusta conversar. A veces cuando come se tira la sopa en la ropa, y a veces, he de confesar que me enfado, pero sólo por un momento, porque Nelo tiene la extraordinaria capacidad de hacer que se me pase el enojo de manera casi mágica. El lunes pasado me asusté mucho, porque sin razón aparente perdió la fuerza de sus piernas y ya no pudo caminar, mezcló en nuestra conversación cosas que había soñado y también se hizo dos veces pipí sin poder llegar al baño, una en la mañana (al despertar ya estaba mojado) y la otra cuando lo llevé al baño después de comer, por cierto que no quería que le cambiara el pañal, pero cuando le dije que lo iba a llevar al doctor me dijo “Entonces sí me cambio”, así que lo cambié y lo llevé al doctor. Afortunadamente el medicamento y la empatía que entre él y el médico hay, hicieron que el martes recuperara la fuerza de sus piernas y que todo volviera digamos “a la normalidad”.
Tina
A Tinita, como suele llamarla Nelo, le gusta jugar al trompo, hacer figuras de papel, pintar piedras, bordar, dibujar, dormir hasta tarde, levantarse temprano, y mucho más, siempre dice que el día debería tener 48 horas, “8 para dormir y 40 para trabajar”, tengo a una chica hiperactiva en casa, pero Tina también es un poquito ¿cómo decirlo?… caprichosa, supongo que es un tema de la edad, se enfada porque le sirvo verduras en su plato, porque la llamo para comer o cenar (“la interrumpo” dice), se enfada porque le digo que coma menos grasa, porque no gusta de los chayotes, porque no cocino como ella quiere, porque no le lavo la ropa a mano, y por muchas cosas más; sin embargo Tina tiene un corazón muy grande y en ocasiones suele decirme que me quiere y eso es tan grande para mí… El martes pasado se levantó en la madrugada a tomar té, porque sentía sed, prendió fuego, tomo una cucharita, su frasco de miel, su taza y luego se desmayó. El sonido que escuché fue inexplicable, fuerte, seco, hueco, escalofriante… Se golpeó la cabeza. Hubo que llevarla al hospital, signos vitales, glucosa, electrocardiograma, radiografías, al final regresamos juntas a casa.
Hoy miércoles, todo vuelve a esa “normalidad” de la que hablaba, Nelo camina de nuevo y por hoy puede ir al baño solo, aunque en la madrugada es cuando hay que estar más vigilantes (con ambos), en el día durmió un cachito y vio la tele otro, luego mientras yo cocinaba, me hizo compañía desde el sillón leyendo Proceso, su revista de estos días (porque la política también es parte de la Historia); Tina se enojó porque la pierna adobada de pavo que compramos caducó y ya no pudo comerla y en vez de eso tuvo que comer pechuga asada de pollo, pasta con chayote y rajas con crema.
Y bueno, así mis días, entre ropa sucia, desvelos, medicamentos, médicos, hospitales, sobresaltos, enfados, pero también mucha, mucha alegría y satisfacciones.
¡Ah! casi me olvido, las edades de mis niños: Nelo hace un mes cumplió ochenta y ocho y Tina tiene tan sólo setenta y nueve. Son mis padres.